sábado, 13 de marzo de 2010

Argumento en contra de los espacios segregados en el transporte público

El pasado 8 de marzo comenzó la segregación del 30% del espacio en los vagones del Tren Ligero y en el Macrobús para uso preferente de las mujeres (cabe mencionar que también existen unidades exclusivas para mujeres de la ruta 380, que es malamente famosa por las agresiones que las mujeres viven).  La medida de fecha estratégica es la respuesta gubernamental a los resultados de una encuesta publicada en los medios de comunicación, que muestra la violencia y maltrato que viven las mujeres que usan el transporte público (el link para ver la nota completa está al final de esta entrada).  Las reacciones de la sociedad a la medida fueron diversas: si hacemos caso a la encuesta, la aplastante mayoría de las mujeres dijo haber estado en favor de los espacios segregados.  También hubo algunos hombres, padres de familia en particular, que se mostraron de acuerdo.  Hubo también opiniones en contra: muchos hombres dijeron que la medida es discriminatoria, y que no promovía la igualdad entre hombres y mujeres; no todos los que opinaron así eran hombres, se publicó también la opinión de una chica que coincidió con ellos.  Hubo otra opinión en contra, en particular me quiero detener en ella, porque pienso que es allí donde está el hilo de todo el tema. 

La decisión de segregar los espacios para mujeres, temo, envía el mensaje erróneo que esa es la solución final, deja la percepción en la ciudadanía que el problema así se resuelve y que no hace falta ya volver al tema, discutirlo, y pensar en estrategias para solucionarlo.  Segregar (separar, hacer a un lado) a las mujeres dentro del espacio público dominado históricamente por los hombres significa de manera tácita aceptar que tal espacio público es de los varones y que las mujeres somos solamente visitantes, entonces hace falta que los varones sean buenos anfitriones, por eso nos ceden el asiento y el paso; pero también por eso es necesario “protegernos” de aquellas “malas prácticas” de algunos hombres.  Segregar, desafortunadamente implica también tirar la toalla en el intento de construir la convivencia respetuosa entre hombres y mujeres en las distintas facetas de la vida pública, sin tener que dedicar un espacio preferente para las mujeres.  De esta manera, la segregación de los espacios es un paliativo, una solución que debe ser temporal, mientras se resuelve el problema de fondo.

El día 3 de marzo, se publicó la opinión del Instituto Jalisciense de las Mujeres que decía que la medida no era la solución definitiva, “primero se necesita un cambio cultural”.  De la postura también hacía eco el columnista Diego Petersen Farah: "Una sociedad educada en la convivencia y el respeto, donde se premie más el uso de las neuronas que el de la testosterona, es lo único que resuelve de fondo esta vergonzosa realidad".  Sin duda es un problema cultural. 

Dándole vueltas a todo el tema, recordé algún texto de Michel Foucault que hablaba de la transgresión y de lo convencional.  La acción social significa cambiar la realidad al momento de hacerla, es decir, si yo quiero cambiar la realidad, ello implica transgredir la convención, mover de sitio la percepción establecida.  Ello, sin duda, implica gran valor, confianza en sí mismo y, hay que decirlo, prudencia, pero es posible.  Aplicar esta idea a la situación que nos concierne, implica convencernos a nosotras mismas primero, y luego a los hombres, que no somos visitantes en el espacio público, que estamos aquí porque tenemos el mismo derecho, y que ambos, hombres y mujeres por igual, debemos respetar una serie de “reglas del juego” que implican respeto a la integridad del otro (al derecho de ocupar un espacio, de emitir una opinión y que sea escuchada, a que la integridad moral y física no sea dañada).  Pero para ello hace falta compartir ese espacio público, no segregarnos.  Implica no usar los espacios rosas “preferentes” para mujeres… e implica que los hombres también hagan uso de los mismos.

Pueden ver la nota completa en este link:  http://www.informador.com.mx/jalisco/2010/182531/6/mujeres-hostigadas-en-el-camion.htm

1 comentario:

  1. desde mi particular punto de vista esta medida, es (por desgracia) necesaria, pero lo que es preocupante es él hecho que en lugar de solucionar el problema relacionado a la inseguridad en el trasporte público, o la inseguridad en general, no sea atendida...


    es decir, como el gobierno no ha podido controlar la inseguridad en el trasporte público crea medidas para separar, segregar a las mujeres, y tenerlas "más seguras" pero aquí no termina el problema... yo me pregunto se podrá ser posible el crear "centros comerciales para mujeres" restaurantes para mujeres, parques para mujeres?


    creo que mientras el gobierno y la sociedad en su conjunto se vean rebasados por la violencia, no estamos brindado un "servicio" a la sociedad, más bien le están tratando de ver la cara...

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