jueves, 12 de abril de 2012

Comentario sobre el aborto

¿Es el aborto una decisión libre? Entendida como una decisión racional que la mujer toma considerando generalmente los medios-fines, si puede materialmente sostener emocional y materialmente, si va acorde con su plan de vida, etcétera; sí, es sin duda una decisión libre. No lo es, claramente, cuando es obligada a hacerlo así por un tercero.

No obstante la cualidad de libertad que puede tener, la decisión de abortar nunca se toma con tranquilidad. Es una decisión que invariablemente está cubierta por la duda, la angustia y el constante cuestionamiento sobre las repercusiones a futuro; una mujer consciente siempre llevará sobre sus hombros el peso de la decisión que tomó.

Discutido el aborto en una sociedad que se ve a sí misma como democrática, el tema se vuelve público puesto que remueve conceptos morales (religiosos y seculares) profundamente enraizados con respecto a la mujer, la sociedad misma, el hombre y los niños; pero también es público porque es un problema de salud pública, las mujeres que abortan en estados donde está prohibido enfrentan fuertes riesgos a su vida.

La forma en la que está planteado el debate del aborto en México, deja de lado elementos fundamentales de la discusión. El primero, y más evidente, es el hecho de que al hombre no se le mencione. Para que un aborto ocurra debió haber antes dos individuos, un hombre y una mujer. El hecho de que solamente se penalice la decisión de una mujer, pone de manifiesto que el debate sobre el aborto en México tiene tintes sexistas.

El papel del padre en el aborto es relevante por, al menos, dos razones. En primer lugar, él también tiene responsabilidad en el aborto, incluso si no está allí cuando la mujer toma la decisión y es sometida al procedimiento; en ese sentido decidir estar ausente es también una postura. Por otro lado, el padre es la única persona que legítimamente puede cuestionar la decisión del aborto, puesto que él es el único, además de la madre, que puede reclamar el nacimiento del hijo. Es necesario también indicar la primaria responsabilidad que la mujer tiene de hacer partícipe al hombre de que es padre: solamente si el hombre sabe que es padre, puede tomar una decisión de la que puede hacerse responsable de su paternidad. No ocurre lo mismo, cabe decir, de haber tenido relación sin protección.

En aquellos casos en que el aborto no sea por violación, es decir, cuando existió voluntad de ambos por tener una relación que produjera el embarazo, el aborto es una decisión cuestionable e irresponsable. Es irresponsable en la medida en que no se impidió que el embarazo no deseado ocurriera, a pesar de que existen métodos preventivos; en la medida también en que ambos individuos, sobre todos si son adultos, conocen tales métodos.

Es cuestionable por razones que he explicado ya, por un lado la ponderación que la mujer hace y por otro lado, la posibilidad que el padre tiene de negarse al aborto puesto que desea que nazca su hijo. Sin embargo, la posibilidad de cuestionamiento se limita solamente a ellos dos, ninguna otra entidad puede legítimamente cuestionar (mucho menos penalizar) la decisión que ambos individuos pueden hacer.

En ese sentido, cualquier institución social (Estado, Iglesia, organizaciones civiles) que cuestionen la decisión, no lo hacen legítimamente, es decir, cuestionan un decisión que no les pertenece y cuyas repercusiones no les incumben. Las entidades de la sociedad que cuestionan la decisión del aborto se erigen con el derecho que no tienen, de poseer el derecho que solamente el padre y la madre tienen. De tal manera, es posible decir que esos cuestionamientos reflejan la intención de eliminar el juicio de dos individuos autónomos, y de dominar sobre ellos.

No obstante la cualidad cuestionable e irresponsable que tienen algunos casos de aborto (he dicho ya que cuando es violación no puede considerarse así), no es posible sostener que esa decisión merece una penalización. Es sin duda un tema que debe tratarse, sin embargo, el aborto es un tema que tiene que ver más con la manera en la que hombres y mujeres entienden la paternidad/maternidad y al mismo tiempo cómo entienden sus propias vidas. Es entonces, un tema que se inclina más hacia la educación y la formación de individuos que hacia la penalización civil/religiosa.